LA LIMOSNA, LA EMPANADA Y LA SANDALIA.
Siempre lo podemos ver en Porlamar en el semáforo de la Auyama, que une con la avenida que lleva el nombre del glorioso y más grande
hombre de América: Bolívar. Me dice que perdió un pierna de un tiro que le
dieron para atracarlo y fue así como le desgraciaron su vida, puesto que no
consigue trabajo, por lñ que tiene que dedicarse a pedir y de la dádiva que le entregan,
de lo que sea; dinero, comida, bebidas, etc., de eso subsiste. En mi serie fotográfica
de 7 imágenes, él no se da cuenta de mi presencia y podemos ver que de un vehículo
le regalan un alimento envuelto y algo de dinero. Cambia el semáforo a verde,
se hace a un lado y desenvuelve lo que
le dieron, observa que es una empanada y
se retira hacia un rayado que señala la isla divisoria de los canales. Desde allí
mira los carros que se acercan, y con la empanada en su mano derecha y con el dinero
en su mano izquierda se lleva su mano derecha a la boca y prueba el alimento
con un gran mordisco. Sus carrillos muestran que ha sido una gran porción la
que se ha llevado a la boca, prácticamente la mitad de la empanada, el semáforo
sigue en verde dejando pasar los autos y nuevamente le da otro gran bocado y
apresura el engullir de su precario alimento, el cual tal vez pueda ser su desayuno,
almuerzo y cena. Como rápido porque sabe que el semáforo
cambio a amarillo y vendrá el rojo que le permitirá introducirse entre las líneas
de carros para continuar en la búsqueda de una limosna. La sandalia, mi cámara
y yo fuimos mudo testigo de esta situación que viven miles de venezolanos en
las calles del país y allí se las dejo.
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